Uno de los problemas principales a la hora de realizar cuidados sobre estos pacientes es que tienen verdaderas dificultades para seguir las prescripciones médicas, los cuidados, la asistencia a citas programadas, la toma correcta de los fármacos e incluso se utiliza una sobrevaloración de los efectos secundarios de un fármaco como justificación de los abandonos.
Todo esto se debe muchas veces a que los pacientes se desinteresan por su propia salud, sin llegar a cuidarse adecuadamente, entendiendo en muchos casos estas situaciones de manera distorsionada, lo que les hace más vulnerables a accidentes y problemas de salud.
Es común en estos pacientes la presencia de hábitos poco saludables como el consumo de alcohol y otras drogas y es habitual la falta de conocimientos en relación con su enfermedad, dificultades para identificar elementos prodrómicos y de pedir ayuda.
En estos pacientes se observan dificultades para mantener una dieta equilibrada adaptada a su situación, concepciones erróneas sobre la nutrición, desorden y desequilibrio en las comidas…
Este desinterés se observa en el estado de la piel, uñas, cuidados de la boca y de las mucosas. También se producen problemas de excreción como estreñimiento, que normalmente es percibido de manera errónea y que disminuyen su calidad de vida.
Los pacientes suelen estar lejos de integrar en su vida diaria actividades físicas saludables o incluso algunas básicas, como higiene personal, cuidado del hogar, cocinar, comprar, vestuario adecuado, establecer y mantener actividades formativas, laborales, ocupacionales…
Es frecuente que existan desajustes en el patrón de sueño, que llevan a los pacientes a un uso (abusivo a veces) de hipnóticos o a una vivencia angustiosa y desequilibrante de sus problemas de sueño y descanso. También se llegan a constituir en problemas generalizados la inadecuada interpretación de los elementos de la realidad, disminución de la capacidad de aprendizaje, de integrar las crisis como elementos de crecimiento personal y llegan a desarrollar problemas de autoestima, ya que la mayoría de los pacientes se sienten poco valiosos.
Otro problema que se produce es que las relaciones tanto del núcleo familiar como en el de pertenencia se ven afectadas ya que las familias se convierten en el principal cuidador y deben recibir formación profesional sobre los cuidados para esta enfermedad y las estrategias para aumentar la capacidad de concentración. Suelen aparecer sensaciones de soledad, dificultades de establecer y mantener relaciones, participar en colectivos sociales, afrontar situaciones estresantes de la vida cotidiana, escasas habilidades sociales, respuestas desorganizadas ante acontecimientos de la realidad…
La educación sanitaria de las poblaciones en materia de salud mental, el seguimiento de los problemas de convivencia de los pacientes en su entorno y las intervenciones de cuidados, van a determinar en muchos casos el que los pacientes y sus familias convivan con relativa tranquilidad sin necesidad de separar a las personas con enfermedad mental de su medio habitual. Es por ello por lo que la educación en materia de salud mental es tan importante y es necesario que se siga expandiendo hacia la mayor parte de la población posible.